Es fácil recordar datos cuantitativos como nombres de picos, altitudes, desniveles, orientaciones, acotaciones geográficas, coordenadas GPS, grados de dificultad en diferentes escalas ... nos sobran mediciones y este blog es sólo para guardar pequeños detalles que sirvan para pulsar el nodo neuronal que dispara en nuestro cerebro evocaciones, recuerdos, sensaciones, sugerencias y demás impresiones cualitativas

2010-02-02

Moncayo (2316 mts) por el Cucharón

El tiempo en este invierno lluvioso sigue inestable y nos ofrece la excusa perfecta para cambiar el Pirineo por el SIstema Ibérico ascendiendo al Moncayo (2316 mts) por su vía más directa, El Cucharón, que gana la cima desde el circo de San Miguel mediante un trazado rectilíneo de 300 mts de desnivel con pendientes de 30º a 50º. Dia gris, cielo gris, nieve gris, todo está gris y sin relieve. A causa del fuerte viento, la nieve está arañada y esculpida en cristales de hielo que crujen bajo nuestros pasos. Mientras Quique (el auténtico) prepara su reseña, adelantamos las fotos. Luego dice que la reseña la tengo que terminar, que "haberla no empezado". Allá voy.
La ascención comienza desde el Santuario, al que llegamos conduciendo los últimos kilómetros sobre pista embarrada. Allí mismo un cartel disuasorio advierte de los peligros que acechan y tiene sentido después de varios accidentes mortales en invierno.
Comenzamos la senda, el terreno está helado, cada resbalón nos tienta a poner los crampones que no tardamos en calzar. Caminamos por el bosque. Superando el límite del arbolado, de repente, aparece el circo que fué glaciar y hoy sólo en invierno recuerda esplendores perdidos. Todo, cielo y nieve, se confunde en una tonalidad uniforme de grises rota por una sucesión de manchas que ascienden las pendientes del Cucharón mientras otros puntos dibujan el amplio circulo que sigue la vía normal.














La nieve tiene una capa costrosa que cede al
pisarla y nos hunde hasta la capa inferior, helada, donde apenas clavan los crampones. Intentamos seguir las trazas que nos preceden, siempre en línea recta sin zigzaguear. Nos sorprende que todos los montañeros que cruzamos van muy bien equipados, todos con crampones y piolet, pero más nos sorprende ver algunos que descienden las secciones más empinadas a cuatro patas y otros que intentan asegurar su paso vacilante con bastones llevando el piolet bien guardado en la mochila.
Si se caen en esta pista de patinaje iran dando tumbos hasta Veruela por lo menos. Justo en ese momento, dos surferos bajan derrapando con sus tablas haciendo chirriar al hielo que no admite giros ni vaivenes.
Seguimos subiendo, la pendiente se acentúa al pasar junto a unas formaciones rocosas cubiertas de verglas que preceden la rampa final.
Nos faltan sólo unos pocos metros para la cima, un poco más y vemos por debajo de nosotros todo el lomo de la Normal. Un poco más y se abre el panorama, el viento forma dunas de hielo, es la cima. El vértice geodésico se adivina en una de ellas, hacia el Norte se divisan perfectamente los Pirineos, al Sur todo se confunde.
Hace tanto frío que enseguida comenzamos el descenso, bajamos muy rápidos con paso firme, en algunos tramos el hielo vivo aflora y cruzamos con precaución, pero enseguida estamos casi en el Santuario, en el límite helado que no cruzan los paseantes. Un padre que está sentado cansinamente sobre el pretil, huevon él, me pide que ayude a una niña pequeña a bajar entre las piedras heladas. La niñe me sonrie al darme gracias. Hospedería, cerveza, café, vuelta al coche.
Enero 2010. Quique, Rafa.

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